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domingo, 2 de mayo de 2010

LA ALQUIMIA DEL AMOR


MEDITAR PARA AMAR

Vivimos hoy tensionados, estresados, alejados de nuestros sentimientos y emociones. Necesitamos acercarnos a nuestro Ser y descubrir la capacidad de amar, no solo a alguien sino a nosotros mismos, que todos llevamos dentro. Algunos ejercicios especiales de meditación pueden ayudarnos a encontrarla, trabajando la alquimia emocional de nuestra alma, purificándola.

Muchas veces, tanto nuestro ego como nuestro orgullo se revelan de solo pensar en tener que decirle a alguien que lo amamos. Sin embargo, si decidimos hacerlo, podemos darnos cuenta de que nuestro temor se disipa, y sentimos que en nuestro corazón, la confianza en uno mismo, el respeto y la autoestima se han fortalecido en gran medida. Cuando se permite que el amor fluya, el temor desaparece siempre.
El amor no es tomar lo que el otro nos quiere dar, sino darse uno al otro. Es aceptar lo que uno tiene en el corazón y dárselo a otra persona. Ser correspondido no es lo importante.
Al aceptar al amor, quedamos libres. Ya no estamos divididos, y recuperamos la unidad de nuestro Ser. Porque la fuente de nuestro amor esta en nuestro interior, y no en el otro: con esta nueva consciencia, la meditación nos ayuda a seguir explorando nuestro corazón para poder convertirnos en causa del amor, en lugar de estar a merced de alguien para encontrar la felicidad.

EL MIEDO A AMAR

Lo opuesto verdadero del amor no es el odio, sino el miedo. En el miedo estamos encerrados, y en el amor se abre nuestro corazón. Y de nuestro corazón surge una fuerza extraordinaria, un impulso para nosotros y para nuestra capacidad de amar. Al expresar la verdad que hay en nuestro corazón quedamos libres de las creencias de la mente, libres para amar la vida, para amarnos y amar a los demás. La vida nos ama, solo debemos permitírselo: el problema está en las ideas condicionadas que tenemos en la cabeza y no en el amor que tenemos en el corazón.
Podemos aprender mucho con solo observar como evitamos al amor. ¿Nos aislamos, tratando de convencernos de que no lo necesitamos? ¿Somos demasiado explícitos al expresar nuestra necesidad de amar, y lo hacemos con desesperación, aferrándonos al otro? ¿Asfixiamos a los demás obligándolos a huir de nosotros?
La meditación nos puede devolver el equilibrio al hacernos concentrar en querernos a nosotros mismos; este amor tenderá a irradiar, nos abriremos y nos haremos mas amables, y la belleza empezará a brillar desde nuestro Ser.
Solo cuando sepamos amarnos a nosotros mismos podremos tener amor. El amor, al igual que la meditación, no se puede comprar ni negociar. Tenemos que ganárnoslo.
Siempre que el amor venga a tu encuentro, recíbelo, acéptalo y disfrútalo.

LA MEDITACION DE LA ROSA MISTICA

La Meditación de la Rosa Mística permite llegar a un nivel dentro del propio Ser muy profundo, aunque requiere un gran compromiso, no solamente de tiempo sino de voluntad para profundizar en nuestro interior. Claro que los beneficios son también muy duraderos y se arraigan de manera mas profunda en una transformación que abarca los niveles emocional, físico y mental.

Esta técnica es un proceso que toma tres horas diarias durante tres semanas:
I- LA RISA
La primera semana esta dedicada a la risa, a expresar nuestra alegría natural y nuestro amor por la vida. La semana de la risa es una excelente forma de abrirnos más a nuestros sentimientos.

1) Se comienza gritando “Yaa-hoo”, unas cuantas veces. Intenta gritar con los brazos estirados hacia arriba. Esto produce una sensación de bienestar y positivismo total.
2) Ahora, siéntate o acuéstate y, con los ojos abiertos o cerrados, ríete sin ningún motivo. Hazlo durante tres horas; si te parece más fácil reír al recordar algunos chistes o escuchar una grabación de risa, esta será una forma excelente de comenzar.
3) Siéntate en silencio y observa durante 15 minutos. No tienes que dejar de sonreír: el objetivo es únicamente centrar tu energía antes de que termine la sesión.

II- EL LLANTO
La segunda semana está dedicada al llanto, para una sanación y una liberación profundas de todo lo que nos abruma el corazón. Después de darles rienda suelta, mediante el llanto, a nuestras emociones reprimidas, estaremos dispuestos a sentarnos simplemente y observar. Esto es el núcleo de la meditación
.
1) Siéntate o acuéstate y, con los ojos abiertos o cerrados, ve profundizando en todos los sentimientos que te hacen llorar. Abre con gran delicadeza la compuerta que has mantenido reprimidos todos esos sentimientos, toda tu tristeza, todo tu dolor.
2) Deja que tus lágrimas fluyan. Adopta la posición fetal y mécete hacia delante y atrás unos minutos.
3) Después de llorar por tres horas, siéntate en silencio durante 15 minutos. Limítate a observar lo que ocurre tanto en tu interior como en el exterior.

III- EL VIGIA EN LA MONTAÑA
La tercera semana es para sentarse en silencio, en profunda meditación, y proporciona una integración, un cierre. Durante un total de tres horas diarias alternaras sentarte en silencio, observando tus pensamientos y emociones como si fueran un “vigía en la montaña”, con intervalos cortos de danza suave. Necesitarás un lugar cómodo, prendas sueltas y tu música favorita para descansar.

1) Siéntate en el suelo o en un asiento, con la cabeza y la espalda rectas pero no rígidas, con los ojos cerrados, respirando normalmente, en total relajación. Conviértete en testigo de todo lo que sucede: no importa lo que observas, trata de no identificarte con ningún pensamiento o sentimiento.
2) Después de permanecer en esta posición por 45 minutos, escucha música suave y danza lentamente durante 15 minutos. Permite que tu cuerpo encuentre tu propio movimiento.
3) Al cabo de 15 minutos, siéntate de nuevo. Repite estas etapas dos o más veces, hasta completar tres horas al día.


Si piensas que tres horas diarias es demasiado, comienza por algo mas sencillo, como unos cuantos minutos diarios. Ve aumentando después el tiempo a diez o quince minutos al día. Es muy importante que dediques el mismo tiempo a cada etapa, y que practiques las etapas en secuencia: reír, llorar, observar. Recuerda, sin embargo, que lograrás el mayor beneficio cuando puedas practicarlas tres horas diarias durante tres semanas.

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