¿Has pensado alguna vez
que una vela no pierde su brillante poder
cuando enciende a otra?
La habilidad de compartir su luz
sólo es limitada
por el tiempo que permanece encendida.
Cuando Jesús dijo:
"Tú eres la luz del mundo",
lo hizo con el conocimiento de que
poseemos una Fuente de Luz ilimitada,
el Cristo interno.
Como una vela encendida,
cada uno de nosotros puede bendecir
un número incalculable de personas
gracias a nuestra Luz Interna.
Somos capaces de ayudar
a muchas personas
con nuestro amor y nuestra luz,
sin disminuir en la menor manera
nuestra Fuente.
Frecuentemente,
ofrecemos luz a otras almas
sin estar conscientes de ello.
Cuando menos lo esperamos,
algún gesto o palabra sencilla
iluminamos la vida de una persona,
y sin perder ni siquiera un poco
de nuestra luz.
La Fuente de nuestra Luz
es ilimitada y eterna.
Cuando permitimos
que la Luz de Dios
brille a través de nosotros
libre e incondicionalmente,
somos verdaderamente
"la luz del mundo".
"Hagan brillar su luz delante de todos"
(Mateo 5:16)
MARTA BRIGIDA DANEY
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