Cuando no reaccionamos al ego de los demás, curiosamente, conseguimos que aflore en los otros la cordura.
La Mayoría de la gente esta completamente identificada con la voz de su cabeza, el torrente incesante de pensamiento involuntario y compulsivo y las emociones que lo acompañan y cuando eres totalmente inconsciente de ésto piensas que el pensador eres TÚ. Eso es la mente egóica.
En términos espirituales esto es la inconsciencia. Tu pensamiento, el contenido de tu mente, está condicionado por el pasasdo, la educación, cultura, entorno familiar, etc. El núcleo central de toda la actividad de la mente consiste en ciertos pensamientos y emociones repetitivos y persistentes y en pautas de reacción con las que nos identificamos con más fuerza. Esa entidad es el mismo ego.
En la mayoría de los casos cuando dices "Yo", es el ego el que habla y no tú. El ego consiste en pensamientos y emociones, en un puñado de recuerdos con los que te identificas, en papeles habituales que desempeñas sin saberlo, en identificaciones colectivas como la nacionalidad, la religión, la raza, la clase social, etc. También contiene identificaciones personales, no sólo con las posesiones, sino también con las opiniones, apariencias externas, resentimientos duraderos o conceptos sobre tí mismo.
El contenido del ego varía de unas personas a otras, pero en todo ego actúa la misma estructura. En el fondo, todos viven de la identificación y de la separación. Cuando vives a través del ego la base de tu identidad es precaria porque el pensamiento y la emoción son, por naturaleza efímeros, fugaces. Todo ego está luchando por la superviviencia intentando protegerse y agrandarse y para sostener la idea del "Yo" necesita su opuesto: el "Otro".
El yo conceptual no puede vivir sin el otro conceptual. Los otros son más otros cuando los veo como mis enemigos. En un extremo de la escala de esta pauta inconsciente del ego está el compulsivo hábito egoista de encontrar defectos en los demás y quejarse de ellos. En el otro extremo de la escala está la violencia física entre individuos y la guerra.
Quejarse es una de las estrategias favoritas del ego para reforzarse. Toda queja es una interpretación que la mente inventa y que tú te crees por completo. Da igual que te quejes en voz alta o que sólo lo pienses. Algunos egos que tal vez no tengan mucho más con lo que identificarse sobreviven fácilemente solo a base de quejas.
Cuando estás en las garras de un ego así, es habitual e inconsciente quejarse de la gente. Una parte de esta pauta suele ser aplicar etiquetas mentales negativas a las personas. El insulto es la forma más tosca de este etiquetado y de la necesidad que tiene el ego de tener siempre la razón y triunfar sobre los demás, siendo el siguiente nivel los gritos y chillidos y seguidamente la violencia física.
El resentimiento es la emoción que acompaña a la queja y al etiquetado mental de la gente, que añade aún más energía al ego. Te resientes de la codicia de los otros, de su deshonestidad, de su falta de integridad, de lo que están haciendo, de lo que hicieron, de lo que deberían hacer... al ego le encanta todo esto...
En lugar de disculpar a la inconsciencia de los demás la convierte en tu identidad. A veces la culpa que percibes en otros ni siquiera existe, es un malentendido, una proyección de una mente condicionada para ver enemigos y demostrar que tiene razón o que es superior. Otras veces es posible que la culpa exista pero se magnifica al centrarse en ella.
Perdona a los demás, no reacciones al ego de los que te rodean, esta es una de las mejores maneras de superar el propio ego y de disolver el ego colectivo humano. Pero sólo podrás hacerlo si eres capaz de reconocer que la conducta de alguien viene del ego y muchas veces al no reaccionar ante el ego, serás capaz de aflorar la cordura en los otros.
En ocasiones tendrás que tomar medidas para protegerte de personas profundamente inconscientes y ante ello tu mayor protección será ser consciente. No reaccionar no es un signo de debilidad sino de fuerza. Otra palara para la no reacción es el perdón. Perdonar es mirar más allá del ego para ver la cordura que hay en todo ser humano que es su esencia.
Al ego le encanta quejarse y sentir rencor no sólo hacia personas sino hacia situaciones y cosas y el mayor enemigo del ego es el tiempo presente, la vida misma.
No se debe confundir quejarse con informar a alguien sobre un error o deficiencia a fin de que pueda corregirla.
Debemos esforzarnos por ser conscientes de la voz en la cabeza, tal vez en el momento preciso en que se queja de algo y reconocerla como lo que es: la voz del ego. Cada vez que notes esa voz te darás cuenta de que la voz no eres tú, que tú eres el consciente de ella...
Extracto de "Un Nuevo Mundo Ahora" de Eckhart Tolle
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