Para poder experimentar nuestra divinidad, primero debemos permitirnos ser completamente humanos, completamente vulnerables y reales. Esto significa remover todas nuestras máscaras, todo fingimiento, eliminar toda compostura, estar dispuestos a decir y a expresar exactamente lo que pasa, todos los juicios y pensamientos acerca de nosotros mismos y de los demás.
A lo largo de toda nuestra vida hemos guardado nuestras emociones y nos hemos presentado ante la humanidad con máscaras para poder recibir amor y ser aceptados por nuestro entorno.
Ahora es tiempo de amarnos incondicionalmente y sacar nuestros demonios a la luz de la consciencia, a fin de poder verlos como la falsedad que realmente son. En realidad, son creados por nuestra mente, nuestras familias, nuestras sociedades y por las limitaciones basadas en el miedo. Ninguno de ellos es real.
La gente habla de destruir el ego. Pero el ego está hecho de todas nuestras limitaciones y miedos. En este caso, todo lo que tenemos que hacer es mirarlos sin juzgarlos y permitirles transformarse en la luz del amor incondicional. Si amamos cada parte de nosotros y dejamos de juzgarnos, podemos sanar la sombra escondida que hemos reprimido toda nuestra vida porque nos dijeron que era inaceptable.
FUENTE: Revista Vivir en armonía nº 28
No hay comentarios:
Publicar un comentario