Todo el mundo cambia, pero la única cosa que se mantiene igual, siempre, es la verdad, quien cada uno es, el infinito, el amor incondicional, Dios. Cada persona es esa consciencia: no somos parte de ella, somos toda de ella. Todos creamos lo que parece estar en el exterior, pero en realidad todo esta dentro nuestro.
Así es como construimos la ilusión de la separación. Nos hacemos parecer pequeños, para que todo alrededor nuestro parezca ser más grande, pero esto no es verdad.
Nosotros creamos una ilusión de dualidad, aunque en realidad, no somos dualidad: estamos unificados. A medida que nuestra consciencia se expande, comenzamos a ser testigos de los dramas de la vida desde un lugar de paz y alegría; a través de esta experiencia podemos vivir dentro de la dualidad, manejando todo y evitando ser controlados por el sufrimiento y el miedo.
Cuando tomamos una decisión y estamos 100% seguros, allí es cuando el universo nos puede apoyar en nuestros deseos. El único propósito del universo es darnos lo que queremos, pero necesitamos tener claridad. De lo contrario, los pensamientos contradictorios crean caos, y es entonces cuando sufrimos.
Cuando estamos en conflicto y seguimos cambiando de parecer, nos estancamos y la mente universal recibe mensajes confusos, a los que no puede dar una respuesta clara. En este sentido, la enseñanza de las técnicas de los Ishayas consiste en aprender a estar 100% enfocado en la decisión tomada, en vez de estar enganchado en las redes de la mente.
FUENTE: Revista Vivir en armonía nº 28
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